domingo, 5 de septiembre de 2010

Me mudé...

Hola a quien lea esto, este es el último post de este blog, y los demás seguirán en:

http://labicialacalle.wordpress.com/

martes, 20 de julio de 2010

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Solo sonríe, ríete de las cosas, risas amigables, ríete de ti mismo, plantea preguntas, señala argumentos, relájate, con calma

Escalé un árbol

Escalé un árbol, escalé el árbol y me atrapó. Momentos después de bajar de él, ya quería volver. Días después ya lo había escalado varias veces. Entre sus ramas encontré diversas formas de apoyarme, de recargarme, de estirarme, de estar de formas diferentes sentado en el mismo árbol. Otras veces también me movía como a través del aire en él, me agarraba de él, me jalaba de él, lo escalaba de espaldas y boca abajo, volaba en el árbol.
Me gusta escalar el árbol, descubrí una relación al tocarlo, una calma al subirlo, aventura al impulsarme, nuevos terrenos al estar en él. Me siento más cerca del horizonte, de todo lo que puedo y lo que nunca podré conocer. No hemos logrado conocer a alguien que con seguridad nos diga que tipo de árbol es, lo más cercano que hemos escuchado es que es un tipo de amate.
Ese árbol es esas hojas casi circulares, con venas naranjas, el tronco con surcos como anillos en cada ciertos centímetros, es el leve olor que percibes al escalarlo, esa accesibilidad al poner tus manos por primera vez en él y tratar de subir los pies. Las ramas curvas que se atraviesan la una a la otra, el color gris, el delgado techo que sus hojas crean, las múltiples ventanas entre ellas, su piso curvo, lineal, delgado, que sube y que baja, que no está en todos lados, sino que en algunos en especifico, y que parece como si siempre se moviera. Recargar mi espalda en una rama, rodear otra con mi brazo, colgar un pie y atorar otro, y sentirme seguro porque se que este árbol está vivo y quiere estar de pie, eso es mi relación con el árbol. Escalé un árbol, llevé un libro conmigo, a veces lo leo, a veces no, pero cada vez, el árbol me atrapó.

martes, 6 de julio de 2010

No les conté de los ríos de Tzimol

No les he contado mucho de los ríos de Tzimol. Hay una zona que le llaman “el ojo de agua”, ahí se supone que nace toda el agua de Tzimol. Ahí hay un río estrecho, pero con suficiente espacio y profundidad como para saltar en él. La única vez que fuimos saltábamos con la ayuda de los enormes árboles que salen de él, ya sea con una soga amarrada a ellos, columpiándonos tipo Tarzán, o subiendo a algunos de los troncos y raices y dando brincos hacia las zonas profundas del estrecho río. El agua era fría y deliciosa a la vez, espesa y muy fresca.

Cerca de ahí hay otros ríos, que no se si salen del mismo río del ojo de agua, pero se parecen mucho; a la zona la llaman “La Rejoya”. Entre los pequeños ríos que se pueden ver ahí hay grandes árboles, árboles de los que cuelgan ramitas blandas de las que salen hojitas verdes que dejan pasar la luz y crean muchas atmósferas hechas de muchos verdes, o que te dejan ver varios verdes, depende de que lado de los ojos se le vea. Ayer fuimos por segunda vez a ese lugar, los pequeños ríos eran un poco más grandes y avanzaban con una fuerza prudente, tal vez por los árboles. Lo tratamos de cruzar saltando por las raíces, pero luego metimos un poco los pies, y al final resbalando, dejándonos resbalar y hasta saltando en directo, nos sumergimos varias veces en él con todo y ropa.

viernes, 18 de junio de 2010

Acá en Tzimol tengo una bici.

Acá tengo una bici, me la compré al tercer o cuarto día, luego le mejoré el asiento que estaba muy duro y el manubrio que estaba muy bajo, ahora están suave y alto respectivamente. La compre para bajar todas las mañanas a un café Internet del que me conecto para poder hacer mi humilde trabajo todas las mañanas, así que háganle caso, ya les dije cual es varias y deberían poder encontrarlo solos, jeje. Con ella, la bici, evito que le bajen todos los días en una camioneta y tener que tomar de regreso, también todos los días, una mototaxi, ¡menos gases al aire! Esas mototaxis están chistosas, caben dos o tres personas atrás, son triciclo, o sea, de tres ruedas, y las rodea una cabina rojita, tomé una una sola vez.

(Perdonen si hay faltas de ortografía, esto fue publicado rápido y luego será revisado)

El lugar es increíble, acá en Tzimol, Chiapas, está arriba de un montecito, que también subo todos los días en mi bici. A la entrada hay un letrerito del que se lee “Tsomanotik”, que en tojolabal significa algo así como “nos juntamos”, ¿nos arrejuntamos?, jaja. De acá arriba se ven montañas a lo lejos, no muy altas y no muy bajas, solo a lo lejos, antes de ellas hay una gran planicie que en la noche prende muchas lucecitas, no tantas como en la ciudad, de hecho, mucho menos. El gran noventa por ciento, se podría decir, es verde, ya sea por los cultivos, la mayoría de caña, yo creo, y mucho de lo demás plantitas y arbolitos super bonitos. Como que me roba el aliento pero no, por qué como que se que esa hermosura es super real. El cielo sobre esos montes es algo inexplicable (buscar el texto en este blog que lo hace algo explicable). Mi cuarto aquí en Tsomanotik es e madera, lo comparto con alguien más, es un compa que se llama Hector, el duerme en la parte baja de una de las literas, yo en la otra parte baja de la otra litera, nadie más duerme acá, aunque está por mudarse Chava, otro compa que por ahora duerme en la casa de adobe en lo que llegan las visitantes bingos y españoles que se quedarán por unas semanas. Todos los compas mencionados son de la Ibero, osea, jaja. Espero que esto último no dirija a una confusión porque ninguno es muy fresa que digamos, jeje.

Volviendo al cuarto de madera, es acogedor, pequeño, no tiene muchos bichos pero aún así reviso todas las noches mi cama para evitar picaduras de alacrán, al igual reviso los tenis y los huaraches.

En el proyecto estamos trabajando en algunos talleres para pequeñas personas, jeje, de primarias y secundarias de la zona, deade el IMCO privado de Comitán hasta la telesecundaria gubernamental de Tzomanotik. Las dinámicas han sido más de preguntar que de exponer, siguiendo algo que se llama “Educación Popular”, pero ahora lo queremos llevar más allá, hacer cosas tipo activismo para llamar la atención y generar reflexión, además de planear otros talleres pa acá arriba que se dirijan sí a grupos específicos pero que estén abiertos a todo publico, a quienes invitaremos con las pequeñas acciones activistas.

Tzimol es hermoso y las cosas ahí van, pienso en ustedes, y aunque al principio no dormía muy bien ahora lo hago muy rico.

El cielo de Tzimol.

El cielo de Tzimol es como muchos cielos en uno solo y en un solo día.

El cielo de Tzimol tiene todos los tipos de nubes, a veces todas al mismo tiempo, y a veces te dejan ver el fondo. Es profundo y cercano a la vez, inmediato y lejano a la vez.

Llovía desde el cielo de Tzimol.

Temprano es claro, con rosa y otros colores, o muy nublado y otros colores.

Más tarde, antes y todo el tiempo es todos los cielos, despejados, concurridos y nublados. Más tarde y a la vez temprano es muchos tonos del mismo color, y ya tarde, ya en lo oscuro se vuelve muchos tonos, de esos misteriosos.

Entre las curvas de esos colores profundos, oscuros, de repente se veían relámpagos, luces, como inexistentes pero visibles entre todas las curvas, todas las líneas y todo el vapor de las nubes del cielo de Tzimol.

Como cavernas, como relieves, como diferentes, como uno solo, como un cielo en Tzimol.

sábado, 15 de mayo de 2010

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¿Somos misterio por sobre todo?, ¿nuestra base es misterio?, y de forma igual pero diferente ¿la naturaleza es misterio?
Ni la nueva religión es absoluta, la ciencia tiene grandes límites en este mundo.
De los elementos, somos como el fuego en la naturaleza, una chispa con gran capacidad creadora y que puede ser igualmente destructiva. Curvas en constante movimiento, que pueden ser domadas o devastadoramente propagadas.
La naturaleza, con un gran sentido, es igualmente indomable, con sus repentinos saltos, nosotros entre ellos.
¿Somos misterio y este es un mundo de infinitas posibilidades?